No tengo hijos. Nunca he escrito un libro íntegramente (alguno tengo en el capítulo 11 de 12, pero de eso hace ya tanto que tendría que reescribirlo). Tampoco he plantado un árbol. Por todo ello, me gusta pensar que los muchos alumnos que he tenido, tengo y tendré, son parte de mi legado.

Creo en el ser humano. Confío en la gente. Pienso que todos debemos contribuir a dejar personas y una sociedad mejor a nuestro planeta, para que éste perdure. Nunca me ha parecido una pérdida de tiempo ayudar a otros, y por eso, aunque tengo un tiempo muy limitado, no me importa involucrarme en algún proceso de mentoría, de tanto en tanto.

La mentoría es una relación de desarrollo profesional o acompañamiento profesional, a través de la cual una persona más experimentada o con mayores conocimientos (como por ejemplo y en el ámbito de los negocios, un directivo), ayuda a una o varias personas menos cualificadas, y con menor conocimiento, a desempeñarse en una determinada actividad (por ejemplo, es sus primeros paso directivos o gerenciales).

La persona o sujeto que se beneficia de la mentoría, recibe habitualmente el nombre de discípulo, aprendiz o protegido.

El mentor encarga en cada momento al discípulo, determinadas tareas conducentes a aprender haciendo, a reflexionar sobre y a reformular hipótesis, evaluando el resultado de las mismas, al tiempo que ofreciendo su opinión experta sobre cómo mejorarlas. Es obligación del discípulo desarrollar las tareas o encargos, y del mentor explicar cómo se desarrollan, así como evaluar su resultado.

Si no tienes dudas concretas sobre tu negocio y no necesitas aprender un aspecto concreto de la gestión de éste, pero lo que te preocupa es tu propio desarrollo profesional, en el ámbito del emprendizaje o la dirección de empresas, hablemos.