El sector de la restauración tiene un importante peso específico en nuestro país. Sin embargo, suele ocurrir que la experiencia no es del todo como se esperaba. Esto puede responder a diversos factores, pero no cabe duda de que la formación en restaurantes, tanto de los empleados como de los gerentes, es clave para ofrecer un buen servicio. Es por eso que implementar un buen programa de formación en tu restaurante es el paso previo para alcanzar mayores cotas de éxito, además de trabajar mucho mejor.
Algunos aspectos importantes a la hora de implementar un programa de formación en tu restaurante
Hay que partir de la base de que debemos hacer lo posible para paliar la falta de mano de obra, así como la escasa profesionalización del sector. Desgraciadamente, en muchos restaurantes, los empleados son amateurs en la profesión, si bien ponen todo su empeño en proporcionar un buen servicio. Es evidente que si no contamos con profesionales, las posibilidades de error son mayores. Sin embargo, es algo que tiene remedio gracias a la formación.
Apostar por ella es una de las medidas más efectivas para darle un giro de calidad a nuestro restaurante, cafetería, bar o deparatamento de A y B. Por tanto, y como gerente de un establecimiento de este tipo, debes creer en el paso que vas a dar a la hora de implementar un programa de formación en tu negocio gastronómico.
Introspección y autoevaluación
También suele darse un caso bastante habitual. Y es que la propia gerencia del restaurante no esté lo suficientemente cualificada o preparada. Es decir, que haya invertido en un negocio de hostelería pero no tenga los conocimientos óptimos sobre cómo se gestiona un local de estas características.
La formación empieza por uno mismo, y para ello hay que contar con personas expertas que sean capaces de rediseñar nuestra estructura de trabajo, desde la gerencia hasta el último empleado.
La formación como apuesta, no como imposición
Independientemente, la formación implica tiempo y esfuerzo, por lo que no se puede exigir a los empleados que realicen esta actualización de conocimientos fuera del horario laboral. Sí o sí, habría que delimitar un marco temporal muy claro dentro del horario de trabajo. Si por cualquier causa, la formación implica restar tiempo libre a los trabajadores, lo correcto es que sean compensados posteriormente.
De esta manera, los empleados percibirán que se está apostando por ellos, por su formación, que es importante. Y además, que no les va a suponer renunciar a otras actividades de su tiempo libre. Luchar contra esa sensación de que la hostelería es algo que no tiene horarios, comienza a la hora de implementar los programas de formación en restaurantes.
Redefinir tareas
Son muy habituales los casos en los que un restaurante ofrece un producto de calidad. Sin embargo, la experiencia no es del todo positiva. Quizás solamente baste con unos cambios a la hora de redefinir las tareas para que éstas tengan un resultado mucho más positivo. Cada empleado debe tener muy claro cuáles son sus objetivos y responsabilidades, para evitar trabajar más, menos o haciéndolo mal. Cosas tan simples como saber quién está en sala, cómo se gestionan las comandas o quién es el empleado más capaz de estar en barra, son situaciones que a veces no llegan a replantearse.
Con un buen programa de formación en restaurantes se puede ayudar a estos empleados a conocer mejor sus funciones y, por supuesto, a realizarlas de una manera más eficiente.
Trabajar en equipo, una obligación
El trabajo en equipo (en hostelería tiene un peso específico muy alto) debe ser llevado a cabo para conseguir el objetivo de vender más y mejor, además de trabajar más a gusto. Esto pasa por tener muy claros cuáles son los puestos de cada uno y qué misión es la que llevan a cabo. De nuevo la formación es clave en este particular.
Por otro lado, construir nuevos horarios puede ser un paso muy importante para conseguir llevar a cabo los propósitos de ofrecer un servicio mejor, al tiempo que se conjuga mejor ese espacio que ha de dejarse para la formación de los equipos.
Cómo vendes tus productos
En un restaurante se sirven productos que entran por los ojos, enamoran por la nariz y cautivan por el gusto. Los empleados deben saber vender el producto y para ello, han de conocerlo. Cómo es, cómo se ha elaborado, incluso las sensaciones que produce. No, no se trata de poner un plato de comida por delante, sino de saber venderlo. Y esto es algo que puede hacerse tanto en una cafetería de menú diario como en un restaurante con aspiraciones más altas.
Medir lo que hacemos
Finalmente, los programas de formación en restaurantes no estarán completo si no se monitorizan y evalúan cada cierto tiempo. Siempre hay margen de mejora; además, la evaluación nos permite ir eliminando aquellas variables que no funcionan, introducir nuevas, y adaptar el servicio a las necesidades del público, que no suelen ser muy estáticas dentro del mundo de la hostelería.
Conseguir que esto sea posible pasa por que, como gerente de un restaurante, creas en la formación y en las posibilidades de hacerlo mucho mejor.
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